31 julio 2017

Exposición de Pepe Dámaso en el CAAM

Ayer tuve ocasión de visitar la retrospectiva de Pepe Dámaso en el Centro Atlántico de Arte Moderno. Se trata de una muestra muy completa, ya que recoge casi doscientas piezas, en la que el visitante puede contemplar la obra realizada por este autor desde la década de los 50 del siglo pasado hasta prácticamente nuestros días.

En la planta baja encontramos sus primeras obras y testimonios de exposiciones celebradas en diferentes partes del mundo: Nueva York, Lisboa, Oporto, Venecia, África, Madrid, Barcelona, Las Palmas de Gran Canaria, etc., así como bocetos de decorados para Después de la caída, de Arthur Miller o dibujos para Oí crecer a las palomas, de Manuel Padorno. Entre los testimonios encontramos una carta de Gloria Fuertes que contiene un poema dedicado a Dámaso, y otra de Elvireta Escobio, con lo que nos reafirmamos en nuestro propósito de destacar la íntima relación que existe entre las diferentes artes, como sucede en este caso entre pintura y literatura. En la primera planta seguimos recorriendo otras etapas de la obra del ilustre artista agaetense: Juanita, Héroes atlánticos, Mangos negros, La Muerte y La Rama, de la que también se proyecta una película de Filmoteca Canaria protagonizada por él y por actores de su villa natal. Finalmente, en la segunda planta de la exposición nos encontramos con pinturas pertenecientes a La Umbría, basada en la obra teatral homónima de Alonso Quesada -a la que se dedica además un espacio en el que se proyecta la película realizada por Pepe Dámaso sobre ella- y a Los Poetas. Esta es una de las partes de la exposición que por razones obvias más me llamó la atención, puesto que allí se encuentran Fernando Pessoa (El elevador, Heterónimos), Tomás Morales, Benito Pérez Galdós, José Saramago (Ensayo sobre la ceguera), Pedro Lezcano, Elvireta Escobio, Lázaro Santana, Alonso Quesada, algunos de los cuales aparecen en las fotos que ilustran esta entrada; a la vez que incluye un retrato de Néstor Martín Fernández de la Torre, un autorretrato y un retrato del propio Dámaso realizado por su amigo César Manrique.

El recorrido por esta muestra me ha ayudado a apreciar y a valorar más si cabe el ingente trabajo de este artista y la calidad de su obra, que demuestra una gran sensibilidad por temas tan trascendentes como la muerte, el arte, nuestro pasado aborigen, África o la literatura. Visita imprescindible. Lástima que el catálogo no esté a la venta hasta el mes de septiembre.








25 julio 2017

Helena o el mar del verano, de Julián Ayesta

Novela breve escrita en 1952 en la que se narra el paso de la infancia a la adolescencia del protagonista. Evocando un verano, un invierno y el verano siguiente a este, el niño-adolescente cuenta cómo sus juegos, pensamientos y diversiones han cambiado y tienen un nuevo centro de atención: su prima Helena. El mundo que hasta entonces era ancho y en el que cabían todos -su familia, Dios, el colegio, el fútbol- pasa a convertirse en un mundo privado para dos que tiene como fondo la naturaleza: el prado y el mar.

Bella historia narrada en primera persona en la que el primer amor cobra protagonismo y las dudas del personaje principal sobre diversos temas (la religión, las tentaciones, el sexo, el amor) quedan perfectamente reflejadas. Destacan las alusiones al mundo clásico y a Virgilio, y las citas de Garcilaso de la Vega y de Vicente Aleixandre. Hay algún dialectalismo asturiano -conviene recordar que la historia tiene como escenario Asturias, concretamente Gijón- y alguna nota costumbrista (los merenderos, los chigres, la sidra). Contrastan la alegría y la despreocupación propias de la niñez (juegos, risas, travesuras) con la gravedad y la necesidad de saber características de la adolescencia. Acertado uso del monólogo interior y de la polisíndeton, así como del lenguaje utilizado por un niño. Lectura recomendable.

23 julio 2017

Poesía en todas partes

Muy feliz iniciativa la de un hotel próximo a Las Canteras que se va a inaugurar a finales de este mes, el Hotel Doña Luisa, que en los cristales de la recepción y la cafetería reproduce una poesía de Tomás Morales, letras de canciones de Néstor Álamo y la célebre frase de Néstor Martín Fernández de la Torre, Hagamos de nuestra vida una obra de arte.

Como decíamos en una de las entradas anteriores de este blog, la poesía se encuentra en todas partes.

Puerto de Gran Canaria
sobre el sonoro Atlántico,
con sus faroles rojos
en la noche calina
y el disco de la luna 
bajo el azul romántico.
                                 Tomás Morales                     

21 julio 2017

La masía, de Sebastián Juan Arbó

Este libro cayó en mis manos por casualidad. Confieso que nunca había oído hablar de él ni de su autor y luego me he enterado de que este tiene una obra muy apreciada por la crítica y que incluso ganó el prestigioso Premio Nadal en 1947. Se trata de una novela curiosa, ya que su última parte constituye un homenaje del autor a su pueblo, San Carlos de la Rápita, escenario de los acontecimientos narrados, al que dedica bonitas palabras y un recuerdo emocionado. En mi modesta opinión se trata de un libro al que le sobran páginas, no solo las de esta parte sino también otras que entorpecen la fluidez del relato de las historias más interesantes que constituyen su argumento, como las de los habitantes de la masía que da título al libro: María Rosa, Jaime, Monche, Jorge, Juan y Roseta, además de la nuera Montserrat que siembra la discordia en la familia por ser el objeto del amor de los dos hermanos, la de la Perala, la del Moro, la del maestro Pere Franch, la del Valent y Carmeta, la del Bardat o la de Tonio. Estas historias se ven interrumpidas continuamente por disgresiones que el autor pone en boca del tío Guaches, Ángel o el Bardat, disgresiones referidas al progreso, las costumbres, la pérdida de viejos oficios, los refranes, cuentos y tradiciones, etc. Algunos personajes son muy atractivos, pero el lenguaje empleado resulta en ocasiones demasiado ampuloso o demasiado sensiblero. Es una pena, ya que muchas de las historias que nos cuenta logran enganchar al lector que se queda con ganas de saber más. 

El Prólogo es muy interesante, puesto que recoge la opinión del autor sobre la novela, los escritores y las modas que afectan a la literatura. Por nuestro amor a Galdós recogemos el siguiente testimonio:

Baroja está señalándose de día en día como uno de los novelistas mejores de su tiempo, si no el mejor; puede situársele -y aún con ventaja- junto a Galdós, a Blasco Ibáñez, a Pérez de Ayala, que me parecen los más destacados, los mejores.

Se puede pensar que uno es mejor que otro -hay en esto opiniones-, pero es evidente que son los cuatro grandes de la época, y la verdad es que el tiempo, dentro de la confusión reinante, y a pesar de ella y de la labor funesta de aquellos críticos, las ha situado donde merecían, lo que no deja de ser reconfortante. Es, tal vez sí, la justicia inmanente de la que hablaba Emerson (pág. 11).  

17 julio 2017

Maurice, de E. M. Forster

Esta novela que fue escrita entre 1913 y 1914, aunque su autor la revisó en varias ocasiones hasta 1960, es una reflexión sobre la homosexualidad en la puritana sociedad inglesa de la época. El protagonista siente desde muy pronto que algo íntimo le diferencia de los demás, pero no será hasta su época de estudiante universitario en Cambridge cuando se dé cuenta de en qué radica su diferencia. Mientras mantiene relaciones con su compañero Clive vive a gusto consigo mismo, sin embargo, en el momento en que este decide cortar la relación y casarse con Anne vuelven sus dudas y acude a la ciencia primero y a la hipnosis después para poner en orden su vida e intentar cambiar la "homosexualidad congénita" que le diagnostican. A diferencia de su antiguo amigo que decide olvidar, silenciar y modificar sus primitivos instintos, Maurice asume definitivamente su condición cuando conoce a Alec Scudder, el guardabosques de Clive, y se convierten en amantes. Un nuevo conflicto se añade a la homosexualidad: la diferencia de clases; pero ni lo uno ni lo otro impedirán que esa relación se afiance y continúe a pesar de los convencionalismos.

A destacar la sutil ironía del autor al contarnos el estado de confusión permanente de Maurice, la frivolidad de sus familiares, amigos y conocidos, la educación ofrecida a los niños y jóvenes, el intento de chantaje a Maurice por parte de Alec que no sabe cómo frenar los acontecimientos y el paralelismo con la vida de Chaikovski y su Sinfonía Patética, calificada de "incestuosa y sodomítica" por Risley, un antiguo compañero de universidad de Maurice quien le informa de que el compositor se había enamorado de su propio sobrino, al que había dedicado su obra maestra.

Para finalizar este comentario reproducimos una conversación entre Maurice y su psiquiatra, el señor Lasker Jones, que pone de manifiesto hasta qué punto ha evolucionado la sociedad:

- Me temo que lo único que puedo aconsejarle es que se vaya a vivir a un país que haya adoptado el Código napoleónico- dijo.
- No comprendo.
- Francia o Italia, por ejemplo. Allí la homosexualidad no es ya un delito.
- ¿Quiere decir que un francés puede vivir con un amigo y no le meten en la cárcel?
- ¿Vivir? ¿Quiere decir tener relaciones? Si ambos son mayores de edad y respetan la decencia pública, desde luego.
- ¿Se impondrá esa ley en Inglaterra?
- Lo dudo. Inglaterra siempre será reacia a aceptar la naturaleza humana (pág. 183).

Óscar Domínguez, Manolo Millares, Martín Chirino. Una mirada insular

Esta es una exposición muy interesante que se encuentra en el Castillo de La Luz. Fundación Martín Chirino. Además de recorrer las instalaciones de esta fortaleza tan valiosa, importante patrimonio de nuestra historia, y de contemplar la exposición permanente de Martín Chirino poblada de Espirales, Vientos, Afrocanes, Reinas Negras, Aeróvoros y piezas pertenecientes al ciclo Mi patria es una roca inspirado en el poema Canarias de Nicolás Estévanez, además de otras esculturas homenaje al trabajo artesanal, el visitante tiene ocasión de admirar la exposición temporal en la que se incluyen obras de Manolo Millares, como el retrato realizado en 1951 de su admirado Alonso Quesada, dibujos creados para la edición de Smoking Room del ilustre escritor grancanario, así como piezas pertenecientes al ciclo de Pictografías Canarias y de los Aborígenes; y trabajos de Óscar Domínguez, como Cueva de guanches, El Drago, un cartel turístico de Tenerife y dibujos utilizados en la edición de Crimen y Lancelot de Agustín Espinosa. En la exposición también encontramos fotografías de los tres creadores acompañados de otras figuras del arte internacional: André Breton, Jacqueline Lamba, Benjamín Péret, Manuel Padorno, Elvireta Escobio (poeta y esposa de Millares); artículos periodísticos de Gaceta de Arte firmados por Eduardo Westerdahl, Pedro García Cabrera, Emeterio Gutiérrez Arbelo; catálogos de exposiciones; y material cedido por el Museo Canario -tan ligado a los tres artistas- que explica las raíces prehispánicas de sus respectivas obras.

Una exposición de visita obligada para aquellos interesados en nuestro arte, sus orígenes y manifestaciones. A destacar la interrelación entre las diferentes disciplinas artísticas: pintura, escultura y literatura.

13 julio 2017

Dos días de setiembre, de José Manuel Caballero Bonald

Cuando una persona nace marcada por la desgracia esta le perseguirá toda su vida, como le ocurre a Joaquín, uno de los personajes de este relato cuyo protagonista absoluto es el vino. La novela refleja con maestría los dos mundos paralelos que confluyen en la Andalucía de 1960: la clase alta, dominante, formada por terratenientes propietarios de fincas y cortijos que se dedican a la industria del vino y la de sus trabajadores, sumidos en la miseria y la humillación continua, en muchos casos por haber pertenecido al bando de los vencidos.

Los primeros se caracterizan por su altivez y su falta de empatía con los segundos. Su comportamiento está moviéndose continuamente entre la avaricia, la altanería, los trapicheos, el abuso, la molicie, la holganza, la traición y la tiranía, además de la frialdad y el desprecio hacia los que les sirven o trabajan para ellos. Estos últimos viven como pueden, ganándose la vida en mil y un trabajos mal pagados a costa de lo que sea, especialmente de su dignidad. A caballo entre unos y otros se sitúan los conseguidores como Cuba y Julián Cobeña; los usureros como Ayuso; o los guardias civiles, que carecen de la más mínima humanidad como podemos comprobar en la parte final de la historia cuando no dudan en imponer su autoridad a golpes en uno de los momentos más sensibles del relato. 

Algunos personajes se dejan llevar por la inercia o la desidia, tal es el caso de Miguel o de Joaquín, que se ven impotentes para cambiar su destino; otros, en cambio, lo intentan como el hijo de Onofre, que rechaza tomar el relevo de su padre en el cargo de capataz de la finca de don Gabriel ante el disgusto de este. Capítulo aparte merece el papel de las mujeres que no tienen iniciativa alguna, sino que están supeditadas a lo que decidan los hombres respecto a ellas: Encarna, Lupe o Lola son ejemplos de esta afirmación. Especialmente repulsivos son don Gabriel y don Felipe, los propietarios de las fincas y de las vidas de sus habitantes y trabajadores, que no dudan en llevar a la práctica el derecho de pernada con las criadas, en el caso del primero; o en traicionar a su propio sobrino Miguel, dilapidando la herencia de su madre en su propio beneficio, en el caso del segundo.

Magistral el uso del lenguaje que realiza el autor utilizando bellas metáforas y símiles en la descripción del paisaje, del ambiente y del proceso de fabricación del vino; y del contraste entre situaciones, como ocurre con la tragedia de Joaquín y la frívola conversación de Gloria y Tana sobre moda, amistades y empleos.

Conviene recordar que todos los hechos narrados suceden en dos días del mes de septiembre como indica su título. Lectura muy recomendable.

08 julio 2017

Duelo en El Paraíso, de Juan Goytisolo

Preciosa novela en la que el autor aborda un aspecto de la guerra civil española poco tratado en la literatura: los niños refugiados, aquellos huérfanos que son recogidos durante la contienda en escuelas del bando republicano. Una vez finalizada la guerra, el ejército vencedor llega a una población de Gerona cerca de Palamós, que acaba de ser abandonada por los republicanos. Allí encuentran a un soldado desertor, Martín Elósegui, que custodia el cadáver de un niño de doce años, Abel, que ha sido asesinado por un grupo de niños refugiados quienes permanecen en la escuela sin otra autoridad que la de un viejo profesor, Quintana, al que desobedecen continuamente. Estos muchachos reproducen los esquemas de brutalidad, violencia, desorden, etc., que rigen su cotidianidad y deciden eliminar a Quintana y ejecutar a Abel, un niño huérfano también aunque distinto a ellos que vive en El Paraíso, una finca cercana, con su tía abuela, la hija de esta y la criada. Cada personaje narrará su experiencia con Abel y contará el cambio de comportamiento experimentado por este desde que se hace amigo de Pablo Márquez, uno de los niños refugiados: Martín, Filomena, Estanislaa, Águeda, "El Gallego", las hermanas Lucía y Ángela, y Emilio, el hijo recuperado del sargento Santos que desvelará finalmente las claves del crimen.

A lo largo del relato se entremezclan historias a cuál de ellas más apasionante y desesperada: la del propio Abel, la de Martín y Dora, la de Estanislaa, la del mendigo apodado "El Gallego", la de Pablo... Aparecen otros niños, David y Romano, los hijos muertos de Estanislaa que desde el otro lado advierten a Abel de su inexorable destino. La soledad, el abandono, la amistad, el desengaño, el hambre, el caos, la anarquía, la falta de compromiso, la delincuencia, la pérdida de la inocencia, la guerra, son temas que fluyen en la narración.

Notamos cierta reminiscencia de El señor de las moscas, de William Golding, publicada un año antes, esto es, en 1954, en la relación que se establece entre los niños refugiados: la maldad, la crueldad, el deseo de poder y el sometimiento a una jerarquía, les lleva igualmente al crimen tan innecesario en ambos casos. Lectura muy recomendable.

05 julio 2017

El tiempo escondido, de Joaquín M. Barrero

Verdadera sorpresa. Eso ha significado para mí esta novela en la que se mezclan intriga e historia de España. La investigación sobre el autor o autores de los asesinatos de dos hombres acaecidos en 1943 cuyos cuerpos aparecen en 1997, nos lleva a vivir épocas difíciles de la historia de nuestro país: la guerra de África, la guerra civil, la posguerra, la emigración, el retorno... En todo este maremágnum aparecen la miseria, la pobreza, la injusticia, la explotación, el engaño, la delación, la tortura, junto a los ideales, la amistad incondicional, el amor, la familia, la lealtad, la generosidad, el valor y la grandeza. Los ambientes y las épocas son magistralmente retratados y en ellos se mezclan personajes de ficción (Rosa, Manín, Pedrín, César, Miguel, Corazón, María, Gracia y tantos otros) que actúan en diferentes momentos, con otros históricos (Franco, Mola, Negrín, José Antonio, Azaña) que ayudan a situar el relato. Además de la labor de documentación realizada por el autor para escribir esta novela, destacaría la oportunidad de la elección de las citas que introducen algunos capítulos (Luis Cernuda, Miguel Hernández o Garcilaso de la Vega), la poesía de varios pasajes y la tradición de la que se hace eco en otros, como aquellos en los que alude a la Xana:

- Un hada de los bosques y los lagos, de cabellos dorados que alisan con peines de oro. Cantan melodías que curan los males de las gentes y reparten amor a todo el mundo. (pág. 88)

En cuanto a la lengua, hay dialectalismos propios de Asturias y términos del habla argentina. La única concesión a la fantasía es la muerte de los amigos al mismo tiempo: Rosa, Manín, Pedrín y César; todos ancianos ya, bien es verdad, a los que parece haber afectado la investigación de un pasado que querían olvidar. Lectura muy recomendable.