Robo a mono armado en el Museo Néstor, de Francisco J. Quevedo

Disparatada y divertida historia en torno al robo de unos cuadros del Museo Néstor de la capital grancanaria y del asesinato de su director, en el que se ve implicado de forma totalmente involuntaria un adolescente pelirrojo y algo atolondrado llamado Armiche. Este acude al citado edificio para hacer entrega de un pedido bastante curioso solicitado a la pizzería de su madre: una pizza de anchoas, manises, dátiles y plátano. Una vez allí las cosas se complican y es detenido por la policía que le acusa de ser el autor o cómplice de ambos delitos. Solo su tesón y la ayuda de sus padres y de dos amigos lograrán aclarar su situación y resolver el caso.

El libro cuenta con los ingredientes necesarios para atraer al público juvenil, que puede verse reflejado en algunos personajes y situaciones: aventura, enamoramiento, timidez, dificultad para hacerse creer, protección paterna ante las dificultades, amistad, etc. Todo ello, unido al hecho de que la acción se desarrolla en esta ciudad con lugares conocidos por los jóvenes lectores grancanarios, augura un buen futuro a esta publicación que se está seleccionando como lectura en varios institutos de la Isla.

Los personajes son caracterizados con humor -presente en toda la novela-, llegando en algunos momentos a la caricatura, como es el caso del inspector y sus dos ayudantes. El estilo es ágil y logra captar la atención del lector desde el principio hasta que se desvela el misterio. La forma de expresarse de Armiche, tan impropia de un adolescente de nuestros días, recuerda a la del portero del edificio donde reside uno de los protagonistas de El tatuaje de Penélope, novela de este autor publicada el año pasado y comentada en una de las entradas del Blog. He sentido un poco de nostalgia y ternura cuando el narrador menciona al mono Felipe del Parque Doramas, al que recuerdo haber visitado cuando salía del colegio. Lectura muy recomendable para el tipo de público al que va dirigido.

75º Aniversario de Los Cinco

 

Ayer se cumplieron setenta y cino años de la publicación del primer libro de esta exitosa saga escrita por la autora británica Enid Blyton [Leer más]. Confieso que me aficioné a la lectura con las aventuras de Ana, Julian, Dick, Georgina y el perro Tim, y que siempre pedía que me los regalaran en Navidad, Reyes y cumpleaños. Con ellos aprendí lo que era el jengibre -palabra desconocida para mí hasta entonces-, la amistad o la libertad que proporcionaban los paseos en bicicleta durante las vacaciones; me intrigaba la manía de Georgina de que la llamaran George y de su deseo de hacerse pasar por un chico, a la vez que me invadía una gran sensación de alivio cuando resolvían los misterios y sus protagonistas esquivaban los peligros. Releía sus aventuras varias veces y siempre encontraba algo nuevo. Cuando agoté los veintiún tomos intenté sustituirlos por otra serie de la misma autora, Los siete secretos, pero no fue lo mismo y apenas llegué a leer unos cuantos porque no me gustaban tanto.

Desde 2010 se están actualizando estos libros para hacerlos más atractivos a los niños de ahora y se está tratando de eliminar algunos comentarios tildados de sexistas y racistas que aparecían en ellos.

Documental sobre Gloria Fuertes

El sábado tuve la oportunidad de escuchar un completo documental sobre Gloria Fuertes en la Cadena Ser, emitido con motivo de su centenario. En él se recogen las múltiples facetas de esta mujer feminista, pacifista y por encima de todo, poeta; y se reivindica la calidad e importancia de su poesía para adultos, oscurecida por el éxito obtenido con su poesía para niños. En este Blog ya comentamos hace unos meses que nos había sorprendido este hecho, ya que recordábamos a la Gloria que escribía, recitaba y se dirigía al público infantil en aquel programa de televisión de nuestra infancia Un globo, dos globos, tres globos, a la vez que desconocíamos su labor poética para adultos, de una calidad indudable, pero que no había llegado al gran público. Lástima que mucha gente la desconozca también, como puso de relieve el programa cuando sacó los micrófonos a la calle y preguntó a los ciudadanos que pasaban quién era Gloria Fuertes: alguno respondió que había un colegio con su nombre, pero que sabía poco más; otro, que había visto anunciada una exposición sobre ella, pero que no sabía quién era; otro contestó que la conocía porque le leía obras suyas a su hijo cuando era pequeño; y otro, que la había visto alguna vez en la tele. Mal andan la cultura y la educación en este país para que nos provoquen sonrojo las respuestas de nuestros compatriotas. Mucho trabajo tiene por hacer la Fundación que lleva su nombre. Recuerdo aquí la feliz iniciativa que se llevó a cabo en la Feria del Libro para acercarla al público: encuentro con la presidenta de la Fundación y entrega de ejemplares de Me crece la barba a los centros de secundaria de la capital grancanaria. Tras su lectura la descubrí. ¿Por qué no está incluida esta autora en el currículo de nuestros alumnos? ¿A qué esperamos?