30 agosto 2015

Canta sólo para mí, de Nativel Preciado

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¡Qué diferente es una novela escrita por un escritor a una novela escrita por un periodista! Esta es una gran verdad con honrosas excepciones. La novela que nos ocupa no es una de esas excepciones. En literatura, como todos sabemos, no es tan importante el qué se dice, sino el cómo se dice; y en este relato, la autora falla estrepitosamente en la manera de contar su historia, de tal modo que parece un reportaje o una crónica periodística en lugar de una novela. El hilo argumental resulta muy endeble: Muriel, una fotógrafa recibe un premio por su trabajo y su hijo va a elaborar un vídeo con testimonios de ella y de sus compañeros de oficio con el objeto de proyectarlo en la ceremonia de entrega del premio. Para ello, se entrevista con su madre, que no le cuenta toda la verdad sobre sus circunstancias personales durante la época en que trabajó en el periódico El Hispano, en la que estuvo enamorada de un compañero de trabajo, Tanis, y con amigos y compañeros de ésta, que cuentan su propia versión sobre los hechos que ocurrieron entonces. Ni los personajes (Muriel, su hijo Malik, Bashir, Tanis, Carmela, Pedro, Anita), ni el lenguaje -no aparece una sola figura literaria-, ni la técnica empleada -si es que emplea alguna- logran construir una buena novela. Además de los personajes creados por la autora, aparecen personajes, lugares y acontecimientos reales con los que intenta contextualizar su pretendido homenaje a una generación que vivió los últimos estertores de la dictadura franquista: Yves Montand, Jorge Semprún, Costa Gavras, el Café Gijón, Fidel Castro,Yasser Arafat, la OLP,  Atahualpa Yupanki, etc. En resumen, una novela para leer en vacaciones, que no entiendo cómo ha recibido un premio literario -El Premio Fernando Lara 2014- si no es por razones puramente comerciales. 
Como curiosidad, destaco la mención que hace la protagonista de su paso por Maspalomas, una de las mejores playas de nuestra isla, Gran Canaria, famosa por sus dunas:

Cuando era niña mis padres me llevaron un verano a Maspalomas a ver las dunas y, desde entonces, soñaba con viajar al desierto más grande del mundo. Por fin, iba a conocerlo.

25 agosto 2015

En la orilla, de Rafael Chirbes




Extraordinaria. Este es el calificativo que merece En la orilla, de Rafael Chirbes, novela que obtuvo el Premio Nacional de la Crítica 2014 y el Premio Nacional de Narrativa  ese mismo año. Confieso con cierto rubor que no había leído nada de este autor y que, a raíz de su reciente fallecimiento, busqué una de sus obras en la biblioteca a la que suelo acudir. De este modo llegó a mis manos esta novela realista (más bien hiperrealista, diría yo) que me ha fascinado de principio a fin. Ha atrapado mi atención no solo por los temas que trata, sino por la manera que tiene de contar la historia con la que se ocupa de ellos. El principal de todos es la crisis, el fin de la época del ladrillo o de la burbuja inmobiliaria; pero la novela no se reduce a esto, es mucho más: la desesperanza que provoca el ser humano cargado de miserias -egoísmo, interés, explotación, engaño, afán por presumir de las riquezas, falsa humildad, cobardía, envidia, celos, etc.-, las ilusiones, la inercia o el dejarse llevar en la vida, la necesidad de trepar a costa de lo que sea, los favores, la maledicencia, la inmigración, el paro, la familia, la amistad, la enfermedad, el desengaño, la vejez... Y como telón de fondo el marjal, el pantano, testigo de las sucesivas etapas de la historia de ese entorno donde se desenvuelven los personajes. El autor demuestra maestría en el dominio del lenguaje y en el uso de las técnicas narrativas, ya que no se conforma con el uso de la tercera persona de un narrador omnisciente, sino que recurre a los monólogos (utilizando en ellos la primera y la segunda persona) y a los diálogos; a las anticipaciones y retrospecciones; y realiza unas descripciones minuciosas que revelan una asombrosa capacidad de observación de la realidad que le rodea, a las que añade un peculiar toque de ironía:

Se ha hecho así siempre y se ha hecho hoy; nosotros mismos hemos adquirido ese privilegiado estatuto, el espejismo de que todos somos señores: en remotas naves industriales los obreros matan y despellejan y descuartizan y tazan y envasan los animales que consumimos una vez convertidos en objetos aceptablemente asépticos: filetes de color rosa , que más parecen salmón que ternera gracias a esas sustancias que les echan para que la carne no se oscurezca y resulte atractiva a la vista (sí, atractivo un cadáver despiezado, un cadáver descoyuntado como los que han sufrido el efecto de una deflagración): morcillos, chuletas y chuletones, entrecots, paletillas, muslitos y pechugas de pollo, metidos en alguna cajita blanca de poliuretano envuelta en papelfilm transparente, todo lo impoluto que puede ser tratándose del pequeño ataúd de algo que murió de muerte violenta. En la sección carnicería del híper no acaban de desaparecer del todo los rastros de sangre, los detectamos, pero los obviamos.

La novela se divide en tres partes: El hallazgo, Localización de exteriores Éxodo. Comienza con la aparición de unos cadáveres en el pantano, continúa con la historia de Esteban y termina con... No voy a desvelar cómo termina. Su protagonista es Esteban, un carpintero de setenta años que tiene que cerrar su negocio por una serie de razones que él mismo explica, que cuenta cómo ha llegado hasta ahí: solo, soltero, cuidando a su padre, un enfermo terminal de noventa años, viviendo en el pueblo una vida aburrida de la que no ha querido o podido escapar. Varios personajes aparecen en el relato, como Francisco, Liliana, el tío Ramón, Pedrós, Leonor, Justino, Álvaro, Julio, Ahmed, etc. A destacar el homenaje que hace a las Coplas de Jorge Manrique en la parte final, Éxodo, desarrollando el tópico del UBI SUNT. Lectura imprescindible.

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17 agosto 2015

Muere Rafael Chirbes

El sábado falleció el escritor valenciano Rafael Chirbes, autor de En la orilla y Crematorio, ganador del Premio Nacional de la Crítica 2007 y 2014 [Leer más]

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Franz Kafka Museum



Este museo tiene su sede en Praga, lugar de nacimiento de este famoso escritor. A él se accede a través de una pequeña plaza en la que se encuentran las esculturas de dos hombres orinando en una fuente, que son obra del polémico escultor checo David Cerný, y de una enorme K que simboliza el nombre de la exposición que el edificio acoge en su interior, La ciudad de K [Leer más]:



Esta exposición fue preparada por el Centro de Cultura Contemporánea de Barcelona (CCCB) y fue mostrada en esa ciudad en 1999, luego en el Museo Judío de Nueva York, para luego llegar a Praga en 2005.

Es bien conocida la relación tan especial entre la ciudad de Praga y Kafka, tan bien reflejada en su obra. La exposición se estructura en dos partes bien diferenciadas: Espacio existencial y Topografía imaginaria.

En el Espacio existencial se intenta mostrar cómo la ciudad influyó sobre Kafka y afectó su vida. En un lugar cerrado y oscuro se proyectan imágenes de la ciudad que se van deformando poco a poco consiguiendo crear una atmósfera que resulta agobiante para el visitante, que llega a sentirse de la misma forma en que se siente el lector cuando lee El Proceso o La Metamorfosis.

En Topografía imaginaria se aborda la manera en que Kafka describe la ciudad sin mencionar nombres de los lugares que describe en sus novelas y cuentos. En un ambiente sombrío y con un fondo musical creado especialmente para la muestra, se expone la mayor parte de la primera edición de sus obras, una cierta cantidad de cartas, diarios, manuscritos, fotografías, dibujos y audiovisuales. 

Me llamaron poderosamente la atención el inmenso fichero que llena la planta baja y que simboliza el peso de la burocracia en la sociedad, y algunas de las afirmaciones del autor sobre su infancia  -el camino que hacía con la cocinera hasta la escuela y cómo lo llamaba ésta- y sobre las contradicciones que conformaron su personalidad, contra las que tenía que luchar para intentar mantenerse a flote: el judaísmo, la abogacía, la literatura... He recogido como texto permanente de este blog estas bellas palabras que figuran en uno de los carteles explicativos de la exposición:

"I am nothing but literature and can and want to be nothing else", Diaries.


03 agosto 2015

Mientras pueda pensarte, de Inma Chacón

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El título de este emotivo relato proviene de unos versos del poeta extremeño Ángel Campos Pámpano que, según la propia autora "condensan el sentir de esta novela" y dicen así:

Mientras pueda pensarte
no habrá olvido

También señala la autora que se inspiró en un hecho real para diseñar la trama principal de su novela: el de dos amigos que supieron que sus padres los compraron a plazos. Pero esta obra es mucho más, ya que los personajes que desfilan por sus páginas son personajes redondos, personajes que evolucionan a medida que se desarrolla la historia que, como vemos, trata un tema de plena actualidad en la sociedad española: el robo de niños, de recién nacidos que fueron hurtados a sus madres a las que decían que habían fallecido, para entregárselos -previo pago- a parejas que no podían tenerlos y que elegían esta vía, más rápida que la adopción legal, para llenar este vacío. Inma Chacón estructura el relato en tres partes y lo cuenta desde varios puntos de vista, según el papel que desempeñan los personajes en él: María Dolores, que utiliza la segunda persona porque se dirige a un juez, Carlos, José Luis... Para ello emplea diversas técnicas (anticipaciones, retrospecciones), y sitúa los hechos en momentos históricos -la sublevación de los rebeldes que dio lugar a la guerra civil, la posguerra, la década de los 60, el 23 de febrero de 1981, los años 90- y en lugares concretos, como Valladolid y Valencia, consiguiendo ambientarlos de manera muy eficiente (sirva de ejemplo la recreación que hace del mundo de las viñas). Son dignos de destacar la maldad de algunos personajes y la tenacidad de otros. El lector se va dejando llevar y se sorprende con el cariz que van tomando los acontecimientos, que son perfectamente dosificados por el buen hacer de la autora. Una novela muy bien construida y muy bien contada, con un estilo apropiado y con una gran labor de documentación detrás. Apuntar como anécdota que en más de una ocasión vi el programa de Televisión Española de los años 90 dedicado a la búsqueda de desaparecidos, que aparece en ella y que fue líder de audiencia: Quién sabe dónde.

Me ha gustado especialmente este fragmento en el que Carlos reflexiona sobre la muerte:

Yo ya había visto la cara de la muerte. La conocía bien. Pero todavía no me había enfrentado a su lado más cruel, ese que se lleva una parte de ti mismo y te envuelve en un vacío que no puede volver a llenarse. El que te obliga a reprocharte las cosas que se quedaron por hacer; lo que no dijiste; lo que no deberías haber dicho; y lo que se dio por entendido pero nunca salió de tu boca.

Novela de lectura muy recomendable, como otra de la misma autora que hemos comentado en este blog: Tiempo de arena