Decepciona el desenlace de esta novela. Si bien el relato mantiene la tensión mientras se investiga la desaparición y muerte de una niña treinta años después de haber sido asesinada otra de la misma edad en el mismo sitio, la resolución de ambos casos falla estrepitosamente. Demasiados accidentes. Tampoco tiene un encaje adecuado la historia que se desarrolla en el siglo XVII y que da título al libro. Lo que sí resulta atractivo es el tratamiento de algunos temas como la crueldad, la inmigración, el racismo, la homosexualidad, la incomunicación entre padres e hijos, los malos tratos, la solidaridad o el acoso escolar. Los personajes fijos de estas novelas de misterio que se desarrolllan en Fjällbacka y que tienen como protagonistas a la escritora Erika, su esposo el policia Patrik y el personal de la comisaría en la que trabaja este, además de sus familiares, no varían mucho de una a otra. Los personajes de este relato en concreto están bien definidos, tanto los de la historia de Ellin (1672), como los de la de Stella y los de la de Lynnea, aunque en esta última aparecen muchos tópicos, especialmente en lo concerniente a los refugiados sirios. Las presuntas culpables, Hellen y Marie resultan sobreactuadas. Lectura entretenida sin más.
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