05 diciembre 2017

Berta Isla, de Javier Marías

Resultado de imagen de berta isla

Novela de gran calidad la que ha escrito en esta ocasión -como en tantas otras- Javier Marías. Con su peculiar estilo, en el que destacan el predominio del monólogo, las alusiones y citas literarias y las reflexiones profundas sobre diversos aspectos del ser humano, el autor teje un relato en torno a dos personajes: Berta Isla y su esposo Tomás Nevinson. Berta se convierte en narrador protagonista de su historia: la individual y la compartida, cargada esta última de silencios, ausencias, sobrentendidos, temores, anhelos, secretos... Y un narrador omnisciente nos cuenta qué le ha ocurrido realmente a Tomás. La trama gira en torno a esta pareja que sufre las consecuencias de un error de juventud de él, error que determinará el resto de su vida y que influirá en la relación de ambos. La incomunicación, la ausencia, el no saber qué ocurre, el no poder contarlo, son elementos que dinamitarán esta relación y que harán que la evolución de ambos vaya por caminos paralelos y no convergentes hasta que ya es demasiado tarde para volver a empezar, pero no para continuar juntos. El apellido de Berta es un guiño al aislamiento que esta sufre en su matrimonio por parte de su marido, un diplomático inglés reclutado como espía al servicio de la Corona cuando está a punto de terminar su carrera en Oxford. Ella ignora la totalidad de las actividades de Tomás hasta que por un incidente este se ve obligado a revelarle una mínima parte del trabajo que en realidad realiza. El final resulta sorprendente.

El ambiente académico de Oxford está muy bien reflejado, fruto del conocimiento directo que el autor tiene del mismo como antiguo profesor de su Universidad que fue hace algunos años. Supone un regalo para el lector la exquisita cultura que posee y que queda patente en su novela: los autores y las obras a los que hace referencia a lo largo de la misma surgen de manera natural y justificada, sin pedantería. Obras como Enrique V, de Shakespeare; Little Giddinng, de Eliot; Moby-Dick, de Melville; o El Coronel Chabert, de Balzac. También se llega a nombrar a los grandes maestros de nuestra literatura, cuando, en referencia al hispanista Mr. Southworth, el narrador nos dice: 

Mr. Southworth no iba al cine ni veía series de televisión ni leía otras novelas que las de Galdós y Clarín y Pardo Bazán, Valle-Inclán y Baroja, para sus clases, y si acaso se asomaba por gusto a las de Flaubert y Balzac, Dickens y Trollope. No estaba familiarizado con las de espías. Ni siquiera podía apoyarse en la ficción para hacerse una idea (pág. 434).

Un truco del autor es poner en manos de Janet Jeffeerys el libro The Secret Agent, de Joseph Conrad, en cuya lectura se enfrasca en uno de los momentos determinantes y decisivos de la trama. Lectura imprescindible para los amantes de la buena literatura. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.