11 noviembre 2021

Reseña de "Antes que anochezca", de Reinaldo Arenas

 

La relectura de estas memorias de Reinaldo Arenas me ha vuelto a dejar sin palabras. Desde la introducción el lector es advertido de lo que va a ocurrir, la muerte del escritor que explica la situación que está viviendo, situación que tiene que llegar a su fin una vez que ha logrado terminar su obra. La enfermedad -el SIDA- ha atacado su cuerpo sin piedad y no ve la necesidad de prolongar su agonía: "Siempre he considerado un acto miserable mendigar la vida como un favor. O se vive como uno desea, o es mejor no seguir viviendo". Esta autobiografía nos lleva a conocer su intensa y azarosa vida, una vida marcada por el régimen castrista que ha destruido totalmente su existencia: su trabajo, su seguridad, su obra literaria, sus amistades, su libertad, sus ganas de sobrevivir al horror. Un régimen que primero le lleva a la cárcel y luego al exilio, un régimen que persigue su obra porque denuncia lo que está ocurriendo, un régimen que aniquila a los intelectuales contrarios a su ideología y que, después de obligarlos a renegar de sus convicciones, los deja abandonados a su suerte, los mata, o los lleva al suicidio. A lo largo de la obra aparecen figuras de la talla de Lezama Lima o Virgilio Piñera, a los que Arenas admira; pero también Alejo Carpentier, Nicolás Guillén o Gabriel García Márquez, a los que detesta. Frente al hambre, la persecución y la injusticia, Reinaldo Arenas pone su amor a la literatura, su denuncia permanente del sistema y su homosexualidad. Ante la desgracia busca amparo en sus amigos, en la luna y en el mar; pero llega un momento en que ni siquiera en el destierro encuentra la paz. Y llega la noche, o lo que es lo mismo, la muerte, a cuyo encuentro va por voluntad propia. Desgarradora la carta final en la que culpa de todos sus males a Fidel Castro. Libro de lectura imprescindible que atrapa la atención del lector de principio a fin con una prosa ágil, una descripción certera de los ambientes y de los personajes, un lenguaje afilado que consigue transmitr la violencia y la opresión que rodean al protagonista y un lirismo que emociona. He aquí el bellísimo fragmento final:

¡Oh Luna! Siempre estuviste a mi lado, alumbrándome en los momentos más terribles; desde mi infancia fuiste el misterio que velaste por mi terror, fuiste el consuelo en las noches más desesperadas, fuiste mi propia madre, bañándome en un calor que ella tal vez nunca supo brindarme, en medio del bosque, en los lugares más tenebrosos, en el mar; allí estabas tú acompañándome; eras mi consuelo; siempre fuiste la que me orientaste en los momentos más difíciles. Mi gran diosa, mi verdadera diosa, que me has protegido de tantas calamidades; hacia ti en medio del mar; hacia ti junto a la costa; hacia ti entre las rocas de mi isla desolada, elevaba la mirada y te miraba; siempre la misma; en tu rostro veía una expresión de dolor, de amargura, de compasión hacia mí; tu hijo. Y ahora, súbitamente, Luna, estallas en pedazos delante de mi cama. Ya estoy solo. Es de noche.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.