27 julio 2015

La buena reputación, de Ignacio Martínez de Pisón

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Esta novela me ha parecido magnífica, como dos anteriores que he leído de este autor y una de las cuales he comentado en este blog, Dientes de leche y El día de mañana. En ella, a lo largo de más de seiscientas páginas, se narra la historia de una familia a través de cinco de sus miembros: Samuel y Mercedes, su hija Miriam y sus nietos Elías y Daniel. Como telón de fondo aparecen varias ciudades, especialmente Melilla -con la que se abre y se cierra el relato-, Zaragoza, Málaga y Barcelona. Es de destacar la manera de construir la novela, que está estructurada en cinco partes -una por cada uno de los protagonistas-, en las que un narrador omnisciente va completando, como si de un puzle se tratara, la historia de esta familia de la que forman parte, además, Sara, Ramiro, Felipe, Esther, Raquel, los gemelos y la pequeña Marta. Muchos personajes desfilan por sus páginas: miembros de la comunidad judía de Melilla, militares, empleados de las empresas de Samuel, su amante Alegría, la fiel criada Felisa... Todos ellos aparecen detalladamente caracterizados y encuadrados en su época. La ambientación histórica está muy bien conseguida: el fin del Protectorado, la situación de los judíos en Melilla, el peculiar status quo de la ciudad conforme pasan los años, el despegue de Málaga como ciudad, la actividad creciente de su puerto, el incendio del hotel Corona de Aragón de Zaragoza, etc. Las historias que tejen la trama de la novela son muy conmovedoras algunas y terribles otras: el naufragio del barco que transportaba judíos desde Melilla para que se instalaran en Israel, la fuga de Sara, el trastorno de Samuel, la infidelidad de Miriam, el desfalco de Ramiro, la relación matrimonial de Mercedes y Samuel... Un libro, en suma, de lectura imprescindible. Tan sólo le ha faltado, en mi opinión, desarrollar más y mejor la breve estancia de Mercedes en Málaga -no queda muy claro el porqué de esa brevedad- y la situación de Elías tras su fracaso en la gestión de la empresa familiar. Me ha gustado especialmente una frase que dice Daniel casi al final de la novela y que reproduzco, porque resume algo que cualquier persona se podría plantear alguna vez en su vida:

No era la mejor familia del mundo, pero era su familia

También me ha agradado el hecho de que mi ciudad, Las Palmas de Gran Canaria, aparezca como escenario de una parte de la historia, ya que es el lugar adonde se traslada a vivir Ramiro tras su irregular actuación en la caja en la que trabajaba y al que le va a visitar su hijo Elias:

Un par de meses después, Ramiro se fue a vivir a Las Palmas. Un antiguo cliente le había contratado para llevar la contabilidad de la pequeña cadena hotelera de la familia. No cobraría ni la mitad que en la caja, pero mejor eso que pasarse el día de brazos cruzados.
[...]
El hotel estaba frente a la playa de Las Canteras, en la zona de La Puntilla.
[...]
Como no vio a su padre por ningún lado, salió a la calle y echó a andar. Aún era de día. Cogió la guagua y llegó al barrio de Vegueta, que ya conocía de los viajes anteriores: la catedral, la Casa de Colón, el Teatro Pérez Galdós...

A continuación, cuelgo un vídeo de la presentación de esta novela.


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