05 octubre 2017

Marianela, de Benito Pérez Galdós

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He vuelto a leer esta novela, una de las preferidas de su autor. Cada vez que lo hago descubro nuevos matices, nuevos temas, pero me vuelvo a conmover con la desgracia de su protagonista que ve cómo la única puerta a la ilusión que le quedaba se le cierra. Marianela, una joven de dieciséis años, huérfana, sin familia, de físico poco agraciado -fea, escuálida y poco desarrollada-, recogida por los Centeno que no le proporcionan el más mínimo cariño ni le cubren sus necesidades básicas -la visten con harapos y la alimentan con sobras- sirve de lazarillo a Pablo Penáguilas, un joven ciego al que ama y que le hace ilusionarse con la promesa de que siempre estarán juntos. Cuando acompaña a Pablo, Marianela olvida sus penas; se siente querida y útil, ya que todo el mundo le dice que no sirve para nada excepto este joven que en su ceguera la imagina la más hermosa de las mujeres, puesto que reúne una serie de cualidades entre las que destacan su generosidad y su bondad, y nadie que las posea puede ser feo según su peculiar filosofía. Esta felicidad de la muchacha se rompe cuando Teodoro Golfín logra que Pablo recupere la vista, máxime cuando contempla la belleza de Florentina (su prima) con la que su padre acuerda que se case. Marianela se debate entre el agradecimiento a Florentina que la quiere acoger y proporcionarle una vida digna, y los celos que siente por la relación de esta con su primo; entre la admiración por su belleza y el complejo que siente por su propia fealdad, que resalta aún más ante la hermosura de su oponente. Teodoro Golfín intenta protegerla y la lleva ante Pablo, pero Marianela no quiere que este la vea y le entra un ataque de pánico que le hace pensar en el suicidio, el cual no llega a materializar porque el médico se lo impide. Pero sufre una repentina y misteriosa enfermedad que la lleva a la muerte momentos después de que Pablo la vea y compruebe que su amiga no era como él había pensado.

Temas como la miseria, la ignorancia, la superstición, la falsa caridad, el trabajo infantil, la explotación del trabajo en las minas, el poder de la ciencia y de la educación -característico del krausismo que Galdós defendía-, el triunfo gracias al esfuerzo, la avaricia, las diferencias sociales, etc., aparecen a lo largo del relato que oscila entre el romanticismo y el realismo. Los personajes están muy bien definidos, siendo cada uno representante de algo que Galdós quería denunciar o destacar: Marianela, la superstición, la generosidad; Pablo, el cambio del idealismo al materialismo (las ideas que tenía cuando no veía se transforman en mero deleite ante la contemplación de la belleza); Sofía, la falsa caridad; Teodoro Golfín, el hombre hecho a sí mismo que practica la ciencia y proclama el poder de la educación; la familia Centeno, la ignorancia y la avaricia; Celipín, la búsqueda de un porvenir mejor que el que le espera si se queda en su pueblo. En cuanto a la técnica, el autor emplea anticipaciones en forma de presentimientos que rondan a Marianela y que alertan al lector de la tragedia que va a sufrir. También el suspense contribuye a mantener la atención hasta el final. Entorpecen a veces la fluidez del relato las disgresiones de algunos personajes, especialmente de Teodoro Golfín. La acción se desarrolla en tan solo tres semanas que resultarán decisivas en los destinos de Marianela, Pablo, Florentina y Celipín por distintas razones. Lectura imprescindible.

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