16 agosto 2013

Las lágrimas de San Lorenzo, de Julio Llamazares

He leído esta novela y me ha parecido magnífica. Las reflexiones que hace el autor sobre la fugacidad de la vida  son muy acertadas:
Nos pasamos la mitad de la vida perdiendo el tiempo y la otra mitad queriendo recuperarlo (...) Siempre uno se arrepiente de no haber dedicado más tiempo a hablar con los que más quiere y a tratar de entender sus sentimientos, pero eso siempre sucede cuando ya es tarde.
También me han emocionado las citas de  Homero y Catulo, respectivamente, que recoge en diferentes momentos del relato:
Cual la generación de las hojas, así la de los hombres. / Esparce el viento las hojas por el suelo / y la selva, reverdeciendo, produce otras al llegar la primavera: / de igual suerte, una generación humana nace y otra perece.

Dame mil besos, luego cien. / Después, otros mil, otros cien. / Mil más, cien más. / Y, cuando lo hayamos hecho miles de veces, / confundiremos la cuenta / para que ningún malvado pueda echarnos mal de ojo / conociendo la cifra de los besos...
Y la poética alusión a la muerte, que Llamazares vuelve a tomar de Catulo (autor que recuerdo haber traducido durante mis primeros tiempos en la universidad):
Los soles pueden ponerse y salir de nuevo. / Pero para nosotros, cuando esta breve luz se ponga, / no habrá más que una noche eterna / que debe ser dormida.
Acabo esta breve reseña con una nota de humor, cuya esencia comparto:
La tragedia de los profesores es que cada curso que pasa tenemos un año más, mientras que nuestros alumnos tienen los mismos siempre.

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