Título: Los recuerdos del porvenir
Autora: Elena Garro
Editorial: Alfaguara
Fecha de publicación: 2019
Número de páginas: 352
Primera novela que leo de esta autora, que me ha impresionado gratamente. Considerada por muchos la creadora del realismo mágico, ha tenido que pasar mucho tiempo hasta que ha sido reconocida como tal, aunque ella misma lo ha negado en más de una ocasión. La primera redacción de esta fantástica novela data de 1953, cuando su autora, según ella misma contó, la escribió durante una convalecencia "como un homenaje a Iguala" y a su infancia, y la abandonó en un baúl. En 1963 se editó por vez primera en México, reeditándose posteriormente en 1994 (Siruela), 1999 (Cátedra), 2005 (Planeta-De Agostini), 2011 (451 Editores) y 2019 (Alfaguara). Recibió el Premio Xavier Villaurrutia de Escritores para Escritores en 1963.
En este relato se narra la historia de un pueblo, Ixtepec, en el México posrevolucionario, concretamente durante el episodio de la historia conocido como Guerra Cristera. Los militares someten a la población con asesinatos, ejecuciones y castigos, mientras que esta lo sufre impotente e intenta acostumbrarse a semejante estado de represión y violencia. El dictador, personificado en el sanguinario general Francisco Rosas, está obsesionado por conseguir el amor de su amante Julia, cuyo cuerpo somete pero no su voluntad. El pueblo culpa a Julia de la extrema crueldad de Rosas, a la vez que la envidian por su delicada belleza. La situación se complica con la llegada de un forastero, Felipe Hurtado, que parece reanudar alguna relación antigua con ella, motivo por el cual Rosas lo tiene en su punto de mira. Hay un momento maravilloso con el que termina la primera parte: se detiene el tiempo cronológico para hacer posible que los amantes huyan justo cuando el general se dispone a acabar con Hurtado. La segunda parte de la novela cuenta la decadencia de Rosas tras la marcha de Julia, sus deseos de venganza y la persecución a la que somete a los Moncada, Juan y Nicolás, que luchan desde las montañas por salvar a su pueblo del hostigamiento cada vez más cruel de Rosas y sus subordinados. Un papel fundamental juega la hermana de estos, Isabel, que se convierte en la nueva querida del general y que, tras una serie de visicitudes que no vamos a desvelar, se convierte en piedra. Sorprenden al lector el narrador de los hechos, que no es otro que el propio Ixtepec; las queridas de los militares, que aceptan su destino con mayor o menor resignación; la alta sociedad de la localidad, que intenta escapar de la dura realidad criticando a los militares, preparando una representación teatral a instancias de Hurtado o una fiesta que traerá funestas consecuencias para la mayoría; los trapicheos de Rodolfo Goríbar para enriquecerse aún más a costa de lo que sea; o los desvaríos de Juan Cariño, el loco de Ixtepec; todo ello rodeado de un clima mágico en el que el tiempo, los rumores, los presentimientos, las creencias... sumergirán al lector en un relato apasionante que no querrá abandonar hasta llegar a su final. Temas como la opresión, la violencia, el maltrato y la cosificación de la mujer, la prostitución, el crimen, la impunidad, el engaño, la muerte, las pasiones, el clasismo, el racismo, la religión, la locura y la solidaridad desfilan a lo largo de una historia que anticipa, si no crea, el realismo mágico. He aquí su magnífico comienzo:
“Aquí estoy, sentado sobre esta piedra aparente. Solo mi memoria sabe lo que encierra. La veo y me recuerdo, y como el agua va al agua, así yo, melancólico, vengo a encontrarme en su imagen cubierta por el polvo, rodeada por las hierbas, encerrada en sí misma y condenada a la memoria y a su variado espejo. La veo, me veo y me transfiguro en multitud de colores y de tiempos. Estoy y estuve en muchos ojos. Yo solo soy memoria y la memoria que de mí se tenga”.
Lectura Imprescindible. Razón tenía Octavio Paz -esposo de la autora- cuando definió esta novela como “una de las creaciones más perfectas de la literatura hispanoamericana contemporánea”.

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