Si con su obra anterior, Hamnet [leer reseña publicada en este blog], Maggie O'Farrell consiguió sorprendernos y admirarnos por su talento, con El retrato de casada se ha superado a sí misma. Recrear una época lejana hasta en sus más mínimos detalles y crear al mismo tiempo en ella una atmósfera de irrealidad -en la que vive la protagonista- es algo muy difícil de conseguir; y si a esto añadimos la denuncia de temas tan duros como el matrimonio por conveniencia con una menor sin contar siquiera con su consentimiento, la desigualdad entre hombres y mujeres, el deber de aceptar sin reservas las decisiones del padre y del marido, la falta de amor hacia uno de los hijos, la negación de auxilio, el clasismo, la conspiración, el asesinato, la presión para engendrar un heredero, la violencia, la brutalidad, la incomunicación, la soledad, el terror y la certeza de una muerte próxima nos encontramos ante una verdadera obra de arte. La autora ejerce su oficio con una delicadeza suprema hasta en los momentos más comprometidos, dejando que el lector rellene los huecos con su propia imaginación a partir de los indicios que ella le ofrece, de modo que descubra los hechos a la vez que la protagonista, que se asombra primero y se resigna después a su propia suerte. Desde el soberbio arranque de la novela hasta el sorprendente final el lector no puede parar de leer, inmerso como se encuentra en el devenir de Lucrezia y dispuesto a confirmar sus sospechas sobre lo que le pueda ocurrir a la quinta hija del gobernador de la Toscana y esposa del duque de Ferrara. El juego que hace O'Farrell con los tiempos, las anticipaciones, las retrospecciones, las acciones simultáneas, los hechos consumados que llegan a Lucrezia -y por consiguiente al lector- a través de testimonios de terceros, los cambios de escenario -de Florencia a Ferrara-, los personajes que interactúan con Lucrezia -que no siempre lo hacen de buena fe-, las intrigas palaciegas y el problema de la sucesión imprimen a la trama un ritmo intenso que no impide apreciar los detalles que aparecen a lo largo del relato, como es el caso de las sucesivas capas que puede haber en un cuadro, los paisajes y personas que aparecen en el fondo, los colores adecuados para cada escena, la importancia de la luz que se refleja en ellas o el poder del pintor para captar la esencia de su modelo. Si la pintura juega un papel fundamental en la trama, también lo hace la política a la que se somete todo, incluso la vida. Extraordinario el retrato de Lucrezia, una niña sensible, intuitiva, rebelde que debe convertirse en una mujer -con quince años- digna de su nueva posición, una posición que ella no ha deseado pero que le ha sido otorgada a su pesar. El resto de los personajes también está magistralmente diseñado: los padres, Alfonso el marido -capaz de ser tierno y fiero en una misma situación-, las hermanas, las cuñadas y, especialmente, Leonello, el cruel y despiadado primo de Alfonso que la ve como una intrusa. Lectura imprescindible.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.