Ayer tuve ocasión de ver la película Jane Eyre, dirigida por Cari Joji Fukunaga en 2011. Se trata de una fiel adaptación de la novela homónima escrita por Charlotte Brontë en 1847, que ha sabido captar perfectamente el espíritu de esta. La historia, que se ha convertido en un clásico de la literatura inglesa, logra atrapar la atención del espectador de principio a fin, quien se solidariza con la situación de Jane desde que era niña, se queda huérfana y la recogen sus tíos; con los desprecios y humillaciones a que la someten su primo y su tía; con el desencuentro que sufre con su tía política, que la ve como una pesada carga cuando se queda viuda y la ingresa en una estricta escuela para niñas huérfanas -Lowood-; con su prometedor futuro como institutriz en Thornfiel al cuidado de la protegida del señor Rochester, una niña de ocho años llamada Adèle Varens; con su amor por su patrón y su boda, que se verá truncada por una revelación insospechada; con sus férreos principios que no traicionará a pesar del dolor que siente; y con el desenlace de este amor tan profundo. La dirección, la interpretación y la ambientación de esta película son muy notables. El reparto está formado, entre otros, por: Mia Wasihowska, Michael Fassbender, Judi Dench y Jamie Bell. Posee varias nominaciones en 2011: al Oscar, por mejor vestuario; al BAFTA, por mejor vestuario; al premio de la Asociación de Críticos de Los Ángeles, por mejor actor (Michael Fassbender); al premio British Independent Film Award (BIFA), por mejor actriz (Mia Wasihowska); y a los Critics Choice Awards, por mejor vestuario.
Imprescindible.
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