Impresionantes. Este es el calificativo que merecen los cuatro relatos que conforman este libro, ganador en 2005 del Premio de la Crítica y del Premio Nacional de Narrativa, ambos a título póstumo. El autor engarza las historias de una manera tal que logra hacer partícipe al lector de las desgracias que sufren los personajes y que sienta no poder evitarles lo que les está destinado: derrotados, vencidos, perseguidos durante las postrimerías de la guerra civil española padecen unas consecuencias terribles. A medida que avanzamos la lectura de las mismas nos vamos dando cuenta de que están relacionadas entre sí de una forma que no vamos a desvelar aquí para que otros lectores tengan la oportunidad de descubrirla por sí mismos. La tensión, el miedo, la humillación, la hipocresía, la mentira, la impotencia, el asesinato y la sinrazón forman parte consustancial de las situaciones que el narrador nos describe con exactitud y minuciosidad. Los personajes logran traspasar el papel y llegar a la conciencia del lector: el desertor, el joven poeta, el prisionero que inventa historias como Sherezade hasta que ya no puede más, la familia que intenta permanecer unida a pesar de las circunstancias, el cura lascivo que provoca la tragedia, el niño que recuerda lo sucedido... Todo ello unido al excepcional manejo que hace el autor de la técnica, del que es un claro ejemplo el uso de las tres personas que cuentan el relato que da título al libro, hacen de esta una obra magistral que pretende ajustar cuentas con un pasado del que deberíamos aprender. Lectura absolutamente imprescindible.
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