Me ha gustado mucho este relato juvenil sobre los componentes de una banda -los greasers- y los problemas que este hecho, pertenecer a una banda, les ocasiona. La historia la narra Ponyboy, un chico de catorce años que ve cómo su vida y la de otros compañeros se complica por algo que nunca debió suceder: la muerte de Bob, el líder de la banda rival -los socs- a manos de Johnny. Pony vive con sus hermanos Darry y Sodapop, de veinte y dieciséis años, respectivamente, tras la muerte de sus padres cuyo vehículo fue arrollado por un tren. Los dos hermanos mayores trabajan para poder salir adelante: Darry tuvo que dejar los estudios a fin de mantener a la familia unida y Soda también los abandona puesto que no se le daban bien y el dinero escasea. Ambos quieren que Pony estudie, ya que saca muy buenas notas. Los tres son greasers y cuentan con buenos amigos: Dally, Johnny, Two-Bit, y todos ellos se meten en líos con los socs, niños bien que los molestan continuamente por pertenecer a una clase social inferior y llevar un modo de vida diferente. La situación llega al límite cuando Johnny mata a Bob mientras este intenta ahogar a Pony.
Los temas que trata son muy actuales, a pesar de que la autora escribió el libro en 1967 cuando apenas contaba diecisiete años: la amistad, la lealtad, la familia, la responsabilidad, la delincuencia, los conflictos adolescentes, la injusticia, la muerte... El estilo es ágil y el lenguaje que emplea es el propio de un estudiante de secundaria. El narrador es interno protagonista y la estructura es circular, ya que empieza y acaba con las mismas palabras;
Cuando salí a la brillante luz del sol desde la oscuridad del cine tenía solo dos cosas en la cabeza: Paul Newman y volver a casa.
Merecen ser destacadas las reflexiones de Pony, los diálogos y las descripciones:
Tengo el pelo castaño claro, casi rojo y ojos gris verdosos. Ojalá fueran más grises, pues me caen mal los tíos de ojos verdes, pero he de contentarme con los que tengo. Llevo el pelo más largo que muchos otros chicos, recto por atrás y largo en la frente y por los lados, pero soy un greaser, y por el barrio casi nadie se toma la molestia de cortarse el pelo. Además, me queda mejor el pelo largo.
Me faltaba un buen trecho hasta casa e iba sin compañía, pero por lo general suelo hacerlo solo, no por nada, sino porque las películas me gusta verlas sin que me molesten, para poder meterme en ellas y vivirlas con los actores. Cuando voy con alguien al cine me resulta un tanto incómodo, igual que cuando alguien lee un libro por encima de tu hombro. En eso soy diferente. Es decir, mi hermano mayor, Soda, que tiene dieciséis años para cumplir diecisiete, no abre un libro en su vida, y el mayor de los tres, Darrel, al que llamamos Darry, curra demasiado y muy duro como para interesarse por una historia o ponerse a hacer un dibujo, así que no soy como ellos, y en la pandilla a ninguno le gustan los libros y las películas de igual manera que a mí. Por un tiempo pensé que era la única persona del mundo que disfrutaba con ello. Así que me iba solo.
Soda por lo menos procura entenderlo, lo cual es más de lo que hace Darry. Pero es que Soda es distinto a los demás, lo entiende todo. o casi. Por ejemplo, nunca me echa la bronca, como lo hace Darry a todas horas, ni me trata como si tuviera seis años en vez de catorce. Quiero a Soda más de lo que nunca he querido a nadie, papá y mamá incluidos. Siempre está encantado de la vida y no para de sonreír, mientras qu Darry es seco y severo y casi nunca sonríe. Claro que Darry, a los veinte años, ya ha pasado por casi todo, ha crecido muy deprisa. Sodapop no crecerá nunca. No sé qué es mejor. Me enteraré un día de estos.
Lectura recomendable.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.