Esta novela me ha parecido de gran calidad por varios motivos: los temas que trata, la labor de documentación realizada por su autor de una época oscura de la historia española, los personajes -especialmente el protagonista-, el rico lenguaje que emplea, los dilemas morales que plantea y la manera en que consigue atrapar la atención del lector a lo largo de sus 590 páginas.
Su argumento gira en torno a Antonio, un ladrón de poca monta, que tiene que huir de España tras la comisión de un asesinato del que él solo es el cómplice. La División Azul será el mecanismo que utilice para poner tierra de por medio, pero a la larga no será una buena solución, ya que caerá prisionero de los rusos y pasará por varios campos de concentración en los que sufrirá muchas penalidades. A los trece años de su marcha regresa a España convertido literalmente en otra persona y su peripecia vital se enreda en una serie de episodios de los que sale victorioso en principio, puesto que no duda en emplear los medios más abyectos para lograr sus fines. Pero, como dice uno de los personajes: de un mal nunca se puede sacar un bien.
A destacar, las diferentes maneras que tiene el ser humano de reaccionar ante situaciones límite, uno de cuyos ejemplos puede ser la pérdida de la dignidad: la renuncia a los ideales (Camacho) o la defensa de los mismos hasta las últimas consecuencias (Gabriel, Cifuentes).
Lectura imprescindible.
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