Contada en primera persona y, en algunos pasajes, en segunda, la vida de la protagonista se nos descubre monótona y errática, a pesar de la estabilidad que le proporciona su trabajo como directora de una Biblioteca y la práctica diaria de la natación, su escape. Cada capítulo comienza con algún episodio relacionado con Olga, una antigua compañera de estudios que ha ejercido una poderosa influencia sobre ella, tanto en el pasado como en el presente. Los amores de la protagonista, sus enfermedades, su hijo Guillermo, su madre, su abuela, sus compañeros de trabajo y de piscina, además de sus inseguridades y sus manías, son analizados minuciosamente en una narración sin diálogos a la que, en mi opinión, le sobran algunas páginas. Lo mejor, el dominio que hace la autora del lenguaje.
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