Acabo de terminar este libro que reflexiona sobre la libertad, la cárcel y la justicia. Cuatro presos comparten celda en una cárcel de Colombia y uno de ellos, Antón, es inocente. Asistimos a sus experiencias, diálogos, esperanzas y desengaños. Antón escribe una especie de diario -cuyo género suscita cierta polémica entre sus compañeros- que será el relato que recibe el lector. Uno de los puntos más interesantes es que cada capítulo comienza con una cita de un escritor conocido, en la que se trata alguno de los tres temas principales de la obra:
Pero quien hace las objeciones críticas de fondo es Míster Alba:
-Eso de citar una frase distinta, de un autor diferente, al principio de cada capítulo, me parece un exceso de pedantería cultural o un muestrario de buenas relaciones literarias.
-Para mí es todo lo contrario -sostengo yo-. Es un gesto de humildad encaminado a reforzar mis convicciones sobre la libertad con la opinión de algunos hombres eminentes que han escrito también sobre la libertad.
-Yo de usted eliminaría las citas y me quedaría solo. Mejor solo que mal acompañado.
-¿No dice que no le gustan los refranes?
-No me gustan. Los desprecio. Por eso los uso. Usarlos es mi modo de despreciarlos.
-En todo caso, no eliminaré las citas.
-¿Por qué se empeña en ese capricho?
-Por una sola razón. Porque me da la gana.
Merecen mencionarse también el motín de los presos, el proceso, o las preferencias de los reos sobre la forma de ejecución que cada uno elegiría si pudiera: horca, silla eléctrica o guillotina.
Pero quien hace las objeciones críticas de fondo es Míster Alba:
-Eso de citar una frase distinta, de un autor diferente, al principio de cada capítulo, me parece un exceso de pedantería cultural o un muestrario de buenas relaciones literarias.
-Para mí es todo lo contrario -sostengo yo-. Es un gesto de humildad encaminado a reforzar mis convicciones sobre la libertad con la opinión de algunos hombres eminentes que han escrito también sobre la libertad.
-Yo de usted eliminaría las citas y me quedaría solo. Mejor solo que mal acompañado.
-¿No dice que no le gustan los refranes?
-No me gustan. Los desprecio. Por eso los uso. Usarlos es mi modo de despreciarlos.
-En todo caso, no eliminaré las citas.
-¿Por qué se empeña en ese capricho?
-Por una sola razón. Porque me da la gana.
Merecen mencionarse también el motín de los presos, el proceso, o las preferencias de los reos sobre la forma de ejecución que cada uno elegiría si pudiera: horca, silla eléctrica o guillotina.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.