Los carnavales me agotan, pero me ofrecen siempre un espectáculo que considero curioso. Observo el ir y venir de las máscaras, la impertinente gracia de algunos, la zafiedad de otros.
Necesito al menos una copa para estar animada. El vodka primero de esa noche ya estaba mediado cuando la pandilla comenzó a dar saltos. No me apetecía, me gusta más contemplar el panorama. Los dejé hacer, reír, bailar...
Dolores Campos-Herrero, El antifaz
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