El jueves 21 del corriente tuvo lugar en el salón de actos del Colegio San Ignacio de Loyola, una función a la que tuvimos oportunidad de asisitir. La obra llevada a escena fue La Celestina, de Fernando de Rojas. Ante un público bastante numeroso y poco acostumbrado a acudir a este tipo de espectáculos -hecho del que dan fe su inoportunidad a la hora de aplaudir y sus risas en momentos especialmente íntimos o trágicos-, se inició la representación en un escenario vacío en el que los cambios de luz, sonido y algún efecto, como la aparición de humo coloreado, marcaban perfectamente los tiempos y los pasos de una escena a otra. Con solo cuatro actores que ejecutaron satisfactoriamente los papeles de Calisto, Melibea, Celestina y Elicia transcurrió la puesta en escena de la obra, que respetó el texto original en líneas generales, aunque el director se permitió alguna licencia como comenzar la misma con el "Planto de Pleberio" puesto en labios de Celestina; hacer recaer sobre el personaje de Elicia las funciones de Pármeno, Sempronio y Areúsa, además de las suyas propias; o cambiar la manera de morir de Celestina, Calisto y Melibea, todos a manos de Elicia. El ritmo de la función fue el adecuado, teniendo muy en cuenta el tipo de público al que iba dirigida, intentando y consiguiendo a nuestro juicio, atrapar la atención de principio a fin. Sólo notamos un fallo menor que no por eso queremos dejar de consignar aquí: el actor que interpretaba a Calisto tuvo en una ocasión serias dificultades para desenvainar la espada, que resolvió de manera más o menos airosa.
En resumen, una feliz adaptación de la obra dirigida a un público joven poco iniciado en el arte escénico.
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