A la pregunta que se plantea en el título de este texto nuestra respuesta sería afirmativa, esto es, la IA sí es una herramienta beneficiosa para la educación. Veamos por qué.
En primer lugar, permite un ahorro considerable de tiempo al docente en aspectos tales como la creación de programaciones, clases, actividades, situaciones de aprendizaje, cuestionarios, guías, rúbricas, etc; favorece el diseño de itinerarios de aprendizaje personalizados; y facilita la adaptabilidad para todo el alumnado.
En segundo lugar, es una ayuda a los estudiantes que les puede servir para hacer su trabajo de una forma más rápida y eficiente utilizando los recursos que les ofrece: corrector ortográfico; generador de textos, imágenes, vídeos, audios e ideas, traductor, buscador de información, etc.
Todo lo anterior es cierto, pero hay que tener en cuenta algunas consideraciones.
La primera de ellas es que habría que hacer una serie de cambios metodológicos para que fuera operativa: cambios de espacios de aprendizaje (las tareas deberían hacerse siempre en el aula teniendo al docente como guía), cambios en el paradigma (es tanto o más importante el proceso que el producto), cambios en el rol del docente (de transmisor a facilitador del acceso al conocimiento que ayuda a buscar, discernir la veracidad y jerarquizar la información) y cambios en la manera de evaluar (pruebas orales, experimentos, presentaciones, proyectos artísticos, simulaciones, etc.).
Otra consideración no menos importante sería el hecho de que los docentes tienen que incorporar estas técnicas de IA sin que perjudiquen la capacidad de aprendizaje del alumnado: el alumno tiene que retener cierto tipo de datos y ser capaz de resolver problemas sin tener la IA al lado que le esté ayudando de manera constante, es decir, tiene que poseer los conocimientos necesarios para ser autónomo en su aprendizaje. Los profesores deben, por tanto, hacer un replanteamiento de las tareas y lograr que estas requieran el uso de bases de datos científicas que proporcionen a sus alumnos informaciones veraces y fidedignas que sean capaces de asimilar y manejar en situaciones diversas.
Y también han de tenerse en cuenta los aspectos éticos en todas las partes de este nuevo modelo, como son la privacidad de los datos, la transparencia, los sesgos, la equidad, el desarrollo sostenible y el impacto social y cultural.
A fin de lograr todo ello es fundamental la alfabetización en IA, tanto del docente como del alumnado y la familia de este. El primero debe comprender sus fundamentos: cómo funciona y cuáles son sus aplicaciones y limitaciones; y desarrollar habilidades básicas para entender cómo se construyen y operan los sistemas de IA. El segundo debe ser educado en etapas muy tempranas sobre cómo utilizar la IA no solo en la escuela, sino también en el hogar, por lo que los padres han de estar formados asimismo en las aplicaciones de IA y saber transmitirles a sus hijos qué cosas de esta pueden utilizar o no dentro de casa.
De lo anteriormente expuesto se puede extraer una conclusión, la IA es una herramienta beneficiosa para la educación siempre y cuando se efectúen los cambios pertinentes en este ámbito.