26 diciembre 2024

Reseña de "La ceguera del cangrejo" de Alexis Ravelo

Título: La ceguera del cangrejo

Autor: Alexis Ravelo

Editorial: Siruela

Fecha de publicación: 2019

Número de páginas: 360

En este blog hemos reseñado algunos libros de Alexis Ravelo: Un tío con una bolsa en la cabeza (Leer), La estrategia del pequinés (Leer), Los milagros prohibidos (Leer) y La fuga (Leer), a la vez que hemos hablado de nuestro trabajo con alumnos sobre Los perros de agosto (Leer). Por ello podemos decir que conocemos bien al autor y su manera de escribir, ya sea abordando con maestría la novela negra -su especialidad- ya otros subgéneros novelescos -novela juvenil, episodio insular, novela de memoria histórica-. Conocidas son de todos sus habilidades para componer historias, crear personajes, pergeñar intrigas, dotarlas de giros sorprendentes e impactar con desenlaces más o menos previsibles.

En este caso concreto, la trama gira en torno a un militar, Ángel Fuentes, que se desplaza a Lanzarote tras la muerte accidental de su pareja Olga Herrera, historiadora de arte que escribía un libro sobre el polifacético artista lanzaroteño César Manrique. Al no haber podido estar en la isla en los momentos próximos al fallecimiento de Olga por motivos laborales y no haberse despedido de ella, Ángel lo hace tiempo después para cerrar su duelo. El motivo que alega es ese, que quiere seguir los últimos pasos de Olga antes del accidente y reconstruir lo que pasó, tomando como guía las anotaciones que realizó ella mientras escribía la biografía de César. Partiendo de estas anotaciones, de lo recogido en el libro que está prácticamente terminado y de las personas que están relacionadas de algún modo con el trabajo de investigación realizado por Olga, Ángel llega a la conclusión de que la muerte de su pareja no ha sido accidental y se empeña en descubrir quién la asesinó, aunque en ello le vaya la vida. Los personajes que desfilan por las páginas del libro están muy bien dibujados: los amigos de Olga, los caciques que manejan los hilos urbanísticos de la isla, los detectives, los viejos jubilados que gastan el tiempo que les queda en partidas trufadas de tópicos y chismes, el excompañero de Ángel, el padre de Olga, los huéspedes del hotel Miramar... El lenguaje empleado es el que suele usar Ravelo en sus novelas: lenguaje cotidiano enriquecido con canarismos y cargado de ironía, incluso en los momentos más duros. El ritmo es lento en los inicios del relato, pero va adquiriendo velocidad en función de los acontecimientos, especialmente al final. Las únicas pegas que he encontrado a lo largo de la historia han sido la excesiva información sobre César Manrique y su trabajo, que se explica porque el libro se ha escrito gracias a una residencia del autor en la Fundación que lleva el nombre del artista; y el detallismo en la localización del relato, que hace que a veces parezca una mera guía turística de Lanzarote. Entre los aspectos positivos que encontramos en la obra destacan los temas que trata: especulación urbanística frente a activismo ecologista, intereses económicos, políticos corruptos, violencia, celos, amor, muerte. El título está muy logrado en  consonancia con la trama. Así hablaba Olga de los cangrejos ciegos que habitan en los jameos, según recuerda el protagonista:

Están hundidos en la blanda nada del olvido y su ceguera es como la de esta sociedad que tanto calla y a tanto cierra los ojos, que se ignora a sí misma y a la belleza que la rodea y de la que depende para sobrevivir.

Lectura muy recomendable.


14 diciembre 2024

Reseña de "Cualquier verano es un final" de Ray Loriga

 

Primera novela que leo de este autor tan conocido y premiado. Su trama gira en torno a la amistad que el narrador, Yorick, mantiene con Luiz, un frívolo personaje de la alta sociedad que ingresa en una clínica suiza para que le practiquen la eutanasia. El desenlace es bastante superficial, como casi todo el relato. Lo mejor de la obra es la narración que hace Yorick de su estancia en el hospital tras haber sufrido una grave enfermedad que le lleva a la muerte durante unos minutos, situación vivida por el autor en la realidad. Cualquiera que haya frecuentado un hospital se da cuenta de la exactitud de lo narrado y disfruta con la ironía del narrador al evocar ese momento trascendental de su vida. El resto del libro me ha defraudado porque quizá mis expectativas sobre ella eran muy elevadas. Lo más destacable es el fino humor que Yorick emplea al contarnos su peripecia vital, sus viajes de trabajo -es editor de libros clásicos ilustrados para niños-, sus encuentros con Luiz, su amor no correspondido por la ilustradora que trabaja con él, sus ilusiones y su absurda idea de adelantarse a la puesta en práctica del proyecto de su amigo. Un tema tan trascendente como es la eutanasia merecía una mayor profundidad en su tratamiento y un final menos ambiguo. Destaca el dominio en el uso del lenguaje por parte del autor y su facilidad a la hora de situar el relato en diferentes países: República Dominicana, Portugal, Suiza, Italia, Estados Unidos, España... En definitiva, un canto a la amistad del que se podía haber sacado mayor partido.