Novela con una trama escalofriante que, a pesar de todo, la autora ha conseguido dotar de luz y esperanza. Basada en un hecho real, el infanticidio de dos niños a manos de su madre en diciembre de 1984, recoge los testimonios de la familia protagonista treinta y cuatro años después de que sucediera. Griselda, una exiliada argentina residente en París, casada y con tres hijos, se encuentra mal una mañana y pide ayuda a su marido. Este está trabajando -es conserje de un liceo- y no le hace caso. Ella entonces ahoga en la bañera a sus dos hijos pequeños, Boris y Sacha, y acude al colegio donde estudia su hija mayor Flavia de seis años para recogerla y llevarla a casa, pero la maestra no se lo permite porque su aspecto le resulta sospechoso. Laura Alcoba, que conoce a la familia, reconstruye el antes y el después de este crimen y muestra al lector la relación actual que Flavia mantiene con su madre, una madre amorosa y tierna con ella que ha logrado dejar atrás su desequilibrio mental y llevar una vida normal después de haber pasado por la cárcel y por una institución psiquiátrica. Lo que más me ha llamado la atención es la forma de narrar el momento en que la protagonista mata a sus hijos: la autora lo cuenta como si Griselda se hubiera desdoblado y contemplara la escena desde fuera, como si no fuera ella la que está cometiendo el crimen, como si lo viera y no pudiera evitarlo. Además, no la juzga; se limita a contar su vida anterior -marcada por el desamor que recibió de su madre, la pasión que compartió con el que sería su marido y padre de sus hijos, y la persecución política de la dictadura argentina- y posterior a los hechos: su reclusión, su puesta en libertad y la difícil reconstrucción de su vida familiar en torno a su hija Flavia. Todos los personajes están muy bien definidos: el marido, egoísta, maltratador y cargado de remordimientos; Griselda, depresiva, inadaptada, enamorada y madre protectora, aunque parezca un contrasentido; Flavia, fuerte, responsable y con cuatro recuerdos de esa infausta mañana; la maestra y su esposo, buenas personas que juegan un papel fundamental en la recuperación emocional de Flavia. Al final del libro el lector se queda con la necesidad de saber más. Lectura muy recomendable.