24 agosto 2016

Monumento a los poetas

Ayer estuve visitando el hermoso lugar llamado Puerto de Las Nieves en Agaete (Gran Canaria). Hacía mucho tiempo que no iba  y, nada más llegar, me topé con una escultura ubicada en la Plaza de los Poetas que  me llamó la atención: en ella aparecían Tomás Morales, Alonso Quesada y Saulo Torón. No pude resistir la tentación de fotografiarla. Está situada frente al mar, en un sitio privilegiado. Es obra del escultor José de Armas Medina y fue realizada en 1999.







14 agosto 2016

El tatuaje de Penélope, de Francisco J. Quevedo

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Después de leer este libro, he llegado a la conclusión de que prefiero al Francisco J. Quevedo autor del Episodio Insular La noche de fuego, que al Francisco J. Quevedo escritor de El tatuaje de Penélope. Si bien tiene esta última obra algunos aciertos, como el homenaje que rinde a la literatura haciendo referencia de una manera u otra a títulos imprescindibles de la literatura universal -La metamorfosis, El Aleph, Fortunata y Jacinta- o el incluir textualmente algún ejemplo de recurso estilístico de obligado conocimiento por cualquier estudiante de esta materia -el ala aleve de un leve abanico-; la feliz idea del anteepílogo; el dominio del lenguaje que demuestra a lo largo del relato; o la capacidad que tiene para hacer reaccionar al lector, aunque sea causándole repugnancia; hay algunos otros aspectos que hacen que la novela no termine de llegar al lector. Me refiero, por ejemplo, al argumento, que parece una mezcla de Y de repente un ángel, de Jaime Bayly (hombre con problemas, que vive solo  y mantiene la casa excesivamente sucia, salvado por su asistenta de hogar) y Los besos en el pan, de Almudena Grandes (historias sobre los efectos de la crisis). Además, los personajes me parecen tópicos, excesivos y poco creíbles: si lo que trata es de ensalzarlos, como en el caso de Penélope, o caricaturizarlos, como a Escolástico, el resultado es que el lector no termina de empatizar con ellos; por no hablar de la inverosímil relación que se establece entre el patrón y los amigos de su empleada de hogar por mucha imaginación que se le ponga. Por último, me parece innecesaria la continua localización de los hechos: le resta universalidad a la novela.

02 agosto 2016

Últimas tardes con Teresa, de Juan Marsé

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He vuelto a leer esta maravillosa novela de Juan Marsé, autor del que soy una ferviente admiradora, con motivo del 50 aniversario de su publicación. Todo en ella es magistral: el dominio del lenguaje que realiza Marsé, la ironía de sus reflexiones, la crítica social y política de la época y, sobre todo, sus personajes. Manolo, "el pijoaparte", sobresale entre todos, seguido de Teresa, Maruja, Hortensia y el Cardenal. El protagonista -un ladrón de motocicletas, tironero ocasional, ligón empedernido- quiere ascender de estatus a través de Teresa -una niña rica de la burguesía catalana, universitaria con ideas revolucionarias-, pero como suele ocurrir en las novelas de Juan Marsé se convierte en un perdedor, en este caso víctima de la traición de Hortensia. La descripción de los diferentes ambientes en los que se mueven ambos (el Monte Carmelo, la Vía Augusta, la villa de Blanes y la universidad de Barcelona con sus revueltas estudiantiles) nos hacen volver a una época, finales de los 50, en la que la política jugó un papel fundamental para algunos que, como en el caso de Teresa, querían cambiar unas cosas pero sin renunciar a otras. Con esta obra Marsé consiguió enfadar a unos -franquistas- y a otros -progres pseudocomunistas-, pero lo más importante: logró enamorar a una pléyade de lectores que siguen emocionándose con la historia que cuenta. Tanto el principio como el final de la obra son sublimes, ya que en ellos se ve el contraste entre los sueños de Manolo y la realidad que le rodea. Una nota de humor: el propio Marsé aparece como personaje secundario pellizcando las nalgas de las muchachas en un baile dominical de obreros. Lectura imprescindible.

"Ser o no ser": Casa de muñecas, de Henrik Ibsen

Nueva entrega el sábado del magnífico programa de la cadena SER, Ser o no ser, que en esta ocasión estuvo dedicado a la obra de Ibsen Casa de muñecas [Leer más]. El dramaturgo, actor y director teatral Pablo Messiez, último premio Max de dirección, revisó algunas escenas con los actores Ana Alonso, José Bustos y Pilar Bergés [Leer más y escuchar el programa]. Coincidimos plenamente en el análisis que hizo de la obra, según el cual todas las escenas preparan cuidadosamente el final, en el que Nora toma una decisión rompedora e innovadora para su época -finales del siglo XIX-, en la que la mujer ocupaba un papel secundario en la sociedad sin otro horizonte posible que casarse y tener hijos.
Fue un verdadero placer escuchar fragmentos de la obra a cargo de voces tan míticas en la radio española como la de Matilde Conesa.