29 febrero 2012

El día de mañana, de Ignacio Martínez de Pisón

He leído esta magnífica obra en estos días. No tiene nada que ver en cuanto a calidad con La princesa de hielo, que terminé la semana pasada. Se trata de un relato apasionante en el que una serie de personas que conocieron a Justo, el protagonista, nos hablan de cómo era cuando lo conocieron. A través de estos testimonios reconstruimos la vida de este emigrante aragonés que llegó como tantos otros a Barcelona en los años 60 y del rumbo que va tomando. En ningún momento Justo nos habla de sí mismo; son los demás los que nos cuentan las circunstancias en que lo conocieron, el trato que tuvieron con él y las consecuencias de éste. El final de este personaje es terrible tal y como el lector va descubriendo según se desarrollan los acontecimientos. El autor logra a la vez reconstruir una época convulsa en la historia de España: el final del franquismo y la transición a un régimen democrático, que no resultó tan fácil como a veces nos hacen creer.

Lectura absolutamente recomendable.

25 febrero 2012

La vida y obra de Saulo Torón se digitaliza



La vida y la obra de Saulo Torón (1885-1974) estará a partir de ahora mucho más cerca de todos los ciudadanos gracias al nuevo portal que la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria ha abierto en sus archivos de Memoria Digital Canaria y al que se puede acceder a través de la dirección digital http://mdc.ulpgc.es/saulo.

Aquellos que deseen profundizar en la obra del que fuera máximo representante de la poesía modernista canaria, junto a Tomás Morales y Alonso Quesada, pueden hacerlo a través de esta página Web que permite acceder a sus poemas manuscritos, sus dedicatorias, un álbum fotográfico, o veintidós archivos de audio con la voz del poeta.



23 febrero 2012

La princesa de hielo, de Camilla Läckberg

Estoy aprovechando estas vacaciones para practicar una de mis aficiones favoritas: leer. He terminado esta obra de la corriente que está de moda, es decir, la novela de misterio sueca. Se trata de un best-seller que no cumple otra misión que la de entretener. El relato arranca con la aparición del cadáver de una mujer dentro de la bañera de su casa. Descartado el suicidio se inicia una investigación que va tomando un giro inesperado hasta llegar a averiguar quién es el asesino y las razones que le llevaron a cometer el crimen. Por lo que respecta a la intriga la novela logra captar la atención del lector, pero las historias paralelas están plagadas de tópicos amén de inconclusas. No logro entender cómo lleva once ediciones. Ideal para leer en vacaciones.

19 febrero 2012

LIBRO PRIMERO
(1922)

VACACIONES SENTIMENTALES

VIII
Y con la luna ha vuelto la visión de mi hermana

en el plácido ambiente de los primeros años;


aquel verano vino de la pensión, ufana;


ya era una mujercita con sus catorce años.




Vino también tía Rosa, ya un poquito arrugada,


cuyas viejas historias gustábamos oír;


sobre todo las que eran de aquella temporada


tan célebre: dos meses pasados en Madrid...




Cuando viera a la reina una tarde de Enero


en la carroza regia por la Puerta del Sol;


y pintorescos cuentos de aquel rey jaranero


caballero perfecto, simpático español.




Cual buena provinciana, no se le quedó nada


por ver, y recordaba con deleite especial


cuando a primera hora, de maja disfrazada,


fue con unas amigas al baile del Real.




Las máscaras estaban, a su decir, divinas,


con el rostro cubierto por el negro antifaz;


los palcos encantaban llenos de serpentinas...


¡Las mujeres tan lindas y los hombres de frac!




Mas todos los requiebros se dijeron por ella


-de algunos recordaba la picaresca sal-.


Quizá por ser más tímida, no por ser la más bella.


¡las había tan bellas en ese carnaval!




Y nosotros quisimos ver el disfraz preciado


que por aquel buen tiempo fue toda su ilusión


y que ahora dormía sus glorias, olvidado


en el apolillado misterio de un arcón...




Del que ella fue sacando con cuidadoso anhelo


entre cintas marchitas y deslucidos trajes:


la cumplida basquiña de negro terciopelo,


y la mantilla blanca tembladora de encajes...




Un escarpín de raso con un bordado alterna


y unas medias rosadas, tras una falda grana,


dignas de haber ceñido la torneada pierna


de la gentil Rosario Fernández, La Tirana...




Mi hermana ha recogido todos estos primores,


ha salido y ha vuelto poco rato después;


y ya era una Manola de los tiempos mejores,


hija de Maravillas, del Rastro o Lavapiés...




Y adoptando un gracioso talante pinturero,


nos miraba con una sonrisa picaruela:


yo entusiasmado le arrojé mi sombrero


diciéndole un piropo de una vieja zarzuela.




Y benévolamente tía Rosa sonreía,


acaso recordando el donaire jovial


con que el Rey don Alfonso la llamó: ¡Reina mía!


aquel inolvidable Martes de Carnaval...


Tomás Morales, Las Rosas de Hércules


17 febrero 2012

La noche que Wendy aprendió a volar

He terminado este libro y me ha gustado mucho. Es un relato ágil, con ritmo, muy actual. En él se tratan temas como el contrabando de arte, el final de una relación amorosa, la falta de solidaridad entre compañeros que quieren apuntarse un tanto en su carrera, la explotación de niños, la superación personal, etc. No sigo escribiendo para que mis alumnos los encuentren por sí mismos y me hagan un trabajo en condiciones. ¡Feliz Carnaval! [Leer más]

08 febrero 2012

El viejo y el mar, de Ernest Hemingway




Acabo de releer esta obra -una de las últimas escritas por Hemingway, autor que obtuvo el Premio Nobel de Literatura en 1954- y me ha parecido muy buena y recomendable. Trata del feroz duelo mantenido entre un viejo pescador y un pez de grandes dimensiones, en el que este último es derrotado. La historia tendría un final feliz si después de tanto esfuerzo -dolor físico, sed, hambre, fatiga, vigilia, etc.- el marinero lograra llevar a puerto su enorme presa. Pero no es así: los tiburones, al oler la sangre que fluye de los arponazos asesinos, suben desde las profundidades marinas y devoran poco a poco el cadáver del pez, con lo que el protagonista del relato llega al puerto sólo con el espinazo y la cabeza de su oponente. Este relato simboliza la lucha del ser humano contra los elementos. A destacar el minucioso detalle con que describe la dramática situación.

04 febrero 2012

El asedio, nueva novela de Arturo Pérez Reverte



Sopla el levante en Cádiz y mueve el látigo de un asesino, en 1811, tiempos de guerra. Napoleón sitia una ciudad que, en fatal decadencia poco visible todavía, quiere sobrevivir haciendo nuevo lo viejo. Las Cortes Constituyentes se reúnen en Cádiz, "culo de Europa y úlcera del Imperio, con la maldita España rebelde reducida a una isla inconquistable", según el capitán de la artillería francesa. Caen bombas. Un asesino mata como un carnicero sucio. Se hacen negocios. La gente se enamora. Todo pasa, todo sigue. Es el mundo de El asedio, Arturo Pérez-Reverte en plenitud.
Muchachas casi adolescentes aparecen destrozadas a latigazos, y, puesto que hay un asesino, tiene que haber un policía: el comisario Tizón mira con espanto y frío detenimiento profesional a esas niñas de la edad que tendría su hija, si no se la hubiera quitado la muerte. Descubre una conexión entre dos cosas: las bombas vuelan y el asesino mata a pocos pasos de donde caen. El enemigo más cruel no es el que dispara desde posiciones francesas: está en la ciudad. El policía, habitual ajedrecista de café, ve cómo Cádiz se convierte en tablero. ¿Dónde estallará la próxima bomba? ¿Dónde matará otra vez el criminal? Viejo perro callejero, husmea cada huella, cada indicio, pero, con el colmillo izquierdo de oro, es menos un detective lógico, a lo Holmes, que un sabueso de Serie Negra, con una conciencia instintiva de que la actividad policial guarda más relación con la delación y la tortura que con una investigación científica.
Los rotundos personajes de Pérez-Reverte se cruzan en Cádiz, barco sitiado pero felizmente abierto al mar. Bulle de vecinos, 100.000, refugiados, comerciantes, chusma portuaria, curas, soldados, cronistas, diputados en Cortes. Lolita Palma, soltera, de 32 años, pertenece a la mejor sociedad gaditana. Se sienta en el sillón del padre difunto, al frente de su familia y de la razón social Palma e Hijos. Armadora de buques que trafican con América y Rusia o navegan con patente de corso, podría ser una de esas mujeres de negocios que popularizó Hollywood en los años cuarenta, o una empresaria de ahora mismo. Es jefa y socia del capitán Lobo, corsario, no un caballero probablemente, pero sabio en su profesión, valiente, reflexivo y sin doblez, del tipo de criaturas que parecen condenadas al desamor y el fracaso heroico.
Los actores de reparto son excelentes. El artillero Desfosseux agujerea Cádiz con sus bombas y se toma la guerra como un problema matemático. Su enemigo no son los españoles, sino los obstáculos que imponen la ley de la gravedad, la materia y los vientos de la bahía. El espía taxidermista Fumagal, librepensador solitario que ha hecho de la razón su delirio, vive en un paraíso de animales disecados y palomas mensajeras. Morraja, salinero, cazador furtivo, duro como el cuero viejo, escopetero del rey, se gana miserablemente la vida en la paz y en la guerra y tiene una niña sirviendo en casa de los Palma. Los personajes de El asedio llevan nombres parlantes, emblemas de su condición.
Siente Pérez-Reverte devoción por las palabras, fetichista de las palabras y las cosas perdidas o en vías de perderse, y hay una incesante felicidad evocativa en su relato, que se demora en el papel de cartas de Lolita, en el bastón brutal de Tizón, en las ropas, en la levita color nuez del lechuguino anglófilo, en el corbatín algo flojo del comerciante que exhibe en ese mínimo desarreglo su sometimiento a una "intensa y honorable jornada laboral". Pasan en una ráfaga los fracs oscuros de los diputados, la casaca verde del embajador inglés, una chaquetilla con pesetas de plata como botonadura, la infantil alegría heráldica de los uniformes militares. Y surcan el mar faluchos, bergantines, polacras, balandras y goletas. Si Pérez-Reverte recurre a un vocabulario de añosa literatura, lo usa con la verdad física, inmediata, de una conversación. Aquí y allí saltan expresiones que parecen de toda la vida, entre lo anacrónico y el anacronismo: a la mujer que va para soltera "se le pasa el arroz", y, si no, que baje Dios y lo vea. Coger al asesino es buscar una aguja en un pajar. El que quiera higos de Lepe, que trepe. ¿Aguanta el sospechoso torturado? Pues se le puede seguir dando hilo a la cometa, y le siguen dando. Es inocente.
El asedio tiene fuerza plástica y potencia narrativa. La fluidez entre ambientes y episodios es perfecta. Guerra y negocios discurren juntos. La gloria bélica resplandece en la desordenada ejecución de tres desertores, bajo un diluvio negro, en el fango. Aquí, como en toda buena fábula, el mundo está hecho de contraposiciones, entre los afectos, la guerra, el comercio, la política, el amor entre la Palma y el Lobo, de un frío candente, mortal para el metal menos templado. Hay vidas, como la del capitán y la criada de Lolita, que no decide el destino, sino el interés esencial o accidental de la casa Palma e Hijos. Cádiz es a la vez espléndido y crepuscular, espectacular y subterráneo, el escenario idóneo para que coincidan la disciplina científica de la guerra moderna y el ancestral misterio del crimen.

01 febrero 2012

Javier Calvo gana el premio de literatura Biblioteca Breve


El escritor catalán Javier Calvo (Barcelona, 1973) ha ganado el premio de literatura Biblioteca Breve con la novela El jardín colgante. El galardón, que otorga la editorial Seix Barral, se ha fallado hoy en Barcelona y está dotado con 30.000 euros.
Con su novela, Calvo desmonta la gris transición española y la reconstruye ajustándola a su fantasmagórico universo. Habla la obra de una época en la que los espías eran espiados y el estado “se acodaba en cualquier barra para tomarse una copa con la organización terrorista de turno".
El jurado --integrado por José Manuel Caballero Bonald, Alicia Giménez-Bartlett, Pere Gimferrer, Elena Ramírez y Gonzalo Suárez-- calificó la obra de "novela transgresora y provocadora", en parte por la espectacular mezcolanza de géneros que presenta: ciencia-ficción, policiaco y hasta aires de cómic.
El propio autor justifica la fórmula híbrida por la excepcionalidad del contexto en la que lo escribió. "La novela está escrita durante el 2011, año indescriptible y extraño; vi cosas que nunca había visto antes, como la plaza de Catalunya llena de gente llamando a la revolución; la magia negra del capitalismo salvaje con agencias de calificación expulsando a políticos de sus cargos... y todo con la sensación de que no había futuro, de que todo se había acabado".
En ese contexto físico y mental, Calvo admite que se preguntó "cómo había empezado todo esto y elegí el año 1977, cuando en principio arrancó la España democrática". Es en ese contexto donde, con Barcelona como fondo, ubica a Arístides Lao, agente de mente tan prodigiosa como cargado de problemas de sociabilidad que es destinado a luchar contra una misteriosa organización terrorista de extrema izquierda. Calvo no esconde que la obra puede verse como "una continuación no estricta" de su novela Corona de flores por mantener un hilo conductor policial. "Es más de género negro que de ciencia-ficción", admite, tras saberse que el argumento incorpora también la presencia de un meteorito.
En cualquier caso, no desentona en su ya notable trayectoria literaria porque Calvo --escritor, traductor de autores tan reputados y rompedores como David Foster Wallace y coleccionista de libros, es ya autor de novelas como El dios reflectante (Mondadori, 2003), Mundo maravilloso (Mondadori, 2007, finalista del Premio Fundación José Manuel Lara) y Corona de flores (Mondadori, 2010). Como autor de narrativa breve, ha publicado Risas enlatadas (Mondadori, 2001), Los ríos perdidos de Londres (Mondadori, 2005) y Suomenlinna (Alpha Decay, 2010). Sus novelas se han traducido al inglés, francés, alemán e italiano.
El premio Biblioteca Breve nació 1958 cuando los críticos literarios José María Castellet y José María Valverde, y los editores Víctor Seix, Juan Petit y Carlos Barral se juramentaron para crear un galardón que, en la estela del premio Nadal, abriera camino a los más jóvenes y renovadores escritores. A Luis Goytisolo, quien se hizo con el primer Breve, le seguirían Juan García Hortelano (1959), Mario Vargas Llosa (1962), Juan Marsé (1965), Juan Benet (1969), Jorge Volpi, o, tras su interrupción entre 1972 y 1999, Juana Salabert (2001), Juan Bonila (2003), Guillermo Saccomanno (2010) o, el año pasado, Elena Poniatowska.